Hace unas semanas
atrás, un cliente nos preguntó cómo utilizar el “humo líquido” para no terminar
arruinando una comida o el alimento a preparar. Sabido es que resulta muy
decepcionante que a nuestros comensales no les satisfaga lo que elaboramos con
tanto esmero para agasajarlos o que debamos arrojar a la basura un corte de
cualquier carne.
Ciertamente, algunos productos de sabor “ahumado” resultan
muy intensos y hasta desagradables para el gusto de muchas personas.
Probablemente, las marcas que comercializan este
producto posean diferente concentración e intensidad en cuanto a su sabor,
aunque suponemos que los porcentajes deben estar bastante estandarizados.
Es importante saber que “el humo líquido” no es más
que un aderezo. Es un resaltador de sabor y color que se usa principalmente en
carnes y pescados.
Básicamente, se crea de maderas duras abrasadas a
fuego lento en un entorno controlado. El humo que se desprende pasa por
sistemas de enfriamiento que lo licúan y los filtros que se utilizan eliminan
las resinas y los alquitranes cancerígenos.
Además
de intensificar el sabor, el humo líquido puede alargar la vida de muchos
alimentos actuando como un bactericida natural.
Como todo aderezo, la cantidad a usar va a depender
del gusto de cada uno, como agregarle más o menos mostaza o kétchup a una
comida.
Lo ideal es ir probando en agregar poca cantidad del
producto e incrementarla hasta encontrar el punto de intensidad que más les
guste.
Recomendamos usarlo de a gotas, aunque leímos por ahí
que, dependiendo de la receta y la carne, se usarían unos 25cc. de humo
líquido por cada kilo de carne. Otra opción es dar una pincelada liviana a la
carne por todos sus lados.
Quizás les pueda servir aplicarlo mezclado con otras
cosas y no directamente sobre el corte de carne. Es decir, agregar unas gotas
en alguna vinagreta, o como parte del aliño para el macerado de alguna carne
roja o blanca (un pechito de cerdo, por ejemplo). También se podría saborizar
un aceite, o añadir unas gotas al líquido de una conserva; una vez cocida y
condimentada.
Como dijimos antes, lo mejor es ir probando hasta
encontrar el punto que se adapte al gusto de cada uno.
Podríamos decir que el buen uso del humo líquido sería
como utilizar un aceto reducido (no el vinagre o aceto común); del cual solo se
emplean unas pocas gotas sobre la comida.
El
humo líquido queda bien en conservas en aceite, salsas, quesos, snacks, carnes,
pescados, salchichas, o vegetales asados al horno (berenjena, tomate, cebolla,
pimiento) para ensaladas, rellenos o para acompañamientos, etc. Como se utiliza
en pequeñas cantidades, un pequeño envase del producto tiene un muy buen rendimiento.
Una
sugerencia: prueben darle sabor ahumado a un adobo (por ejemplo, un chimi
churri), una salsa barbacoa, una mayonesa, etc., añadiendo unas poquísimas
gotas del producto para lograr un óptimo sabor.