Al visitar la ciudad de Florencia, en Italia, nuestro
itinerario nos llevó de paseo por el Mercato Nuovo; un sitio donde se aglomeran
artesanos y vendedores de todo tipo ofreciendo sus productos a quien desee
comprarlos. Allí se encuentra una de las atracciones turísticas de esta bella
ciudad… una escultura histórica llena de magia: el famoso “Porcellino” di
Firenze.
“Porcellino” se traduciría al español como “puerquito” o
“cerdito”, si bien su nombre debería ser en realidad “cinghiale” (jabalí),
puesto que ese animal es el que representa.
Se dice que esta escultura tiene la capacidad de conceder
deseos y que garantiza el regreso a la ciudad. La forma adecuada para que el “Porcellino” te conceda el deseo es
frotar su morro con la palma de la mano mientras sostienes en la misma una
moneda. Al frotar, la moneda debería caer a un pozo con barrotes que se
encuentra a los pies de la estatua.
Otra versión de esta leyenda dice que tocar su hocico; del
cual mana agua, nos dará fortuna. Y si metemos una moneda en la boca del jabalí
y aquella cae dentro de la pila que reposa a sus pies, colándose por la ranura,
tendremos suerte en abundancia.
El jabalí, en honor a la verdad, ha sido siempre símbolo de
prosperidad, abundancia y coraje. Desde tiempos ancestrales ha sido plasmado en
escudos y en heráldicas, ha sido cazado para alimentar a tribus y pueblos, así
como para agasajar a nobles y reyes.
El nombre castellano de este animal
deriva del árabe antiguo “gabali” vocablo que a su vez es una contracción
idiomática del término “yinzir yabaliy” que significa cerdo de la montaña. La
palabra jabalí aparece por primera vez en 1326 en el “Libro del Caballero” de
Don Juan Manuel. Como muchos sospecharán, éste no es un animal originario de
Argentina. Fue importado a nuestras tierras allá por el año 1900 junto al
ciervo rojo y la liebre europea, se reprodujo en la vastedad de nuestras
fértiles llanuras y alcanzaó tamaños corporales mayores que los europeos,
hasta ser considerado una plaga para la agricultura y ganadería. Hoy en día es
criado en granjas especializadas en su reproducción.
En el ámbito gastronómico, se sabe que la carne de jabalí es
increíblemente magra. Posee bajos niveles de colesterol y grasa, resultando
sabrosísima en sus muchas posibilidades de preparación.
Su carne es perfumada, de sabor fuerte pero suculenta. Ideal
para ser acompañada con finos tintos, sólidos y contundentes.
Animáte a probar este apetitoso manjar ancestral. ¿Por qué
no sentirte como un guerrero que festeja asando un jabalí cazado por él mismo?
¿O bien como un noble disfrutando de un agasajo real?
Desde Elementi Gourmet te sugerimos probar la
carne o el jamón de jabalí ahumado… dos enlatados que te harán sentir como un
rey!Jamón de Jabalí Ahumado - Secretos del Monte
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